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EL LEGADO DE UN OFICIO

Desde el local ‘Hierbas La Mona’ atiende Yaneth Porras, una yerbatera que se ha ganado el cariño del gremio por su trayectoria. Ha estado en el negocio más de 37 años y todo lo que sabe de plantas, es por su mamá. Al momento de hacer clientes, no le parece relevante la intención del comprador con las hierbas, tampoco que sean llevadas a laboratorios de investigación “en este campo como en el mundo ninguno nace aprendido, aprendemos de los demás, entonces a uno se le va quedando lo que mira o escucha”, comenta Yaneth.

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Chamanes y homeópatas, oficios que en la calle parecen opuestos, se encuentran en medio de la gran ventana que caracteriza el puesto de ‘La Mona’. Don Osvaldo, el chamán, pregunta sobre las plantas para hacer limpieza, tenía una para eliminar las envidias. Doña Carmenza, la homeópata y a la vez profesora, quien visita el lugar con mayor discreción, iba por un encargo, la planta dividivi que iba a ser analizada por sus estudiantes unas horas más tarde. Investigaciones que sin solicitarlas Yaneth, se las compartían.

Tres a cuatro laboratorios también hacen parte de la clientela de Yaneth. Sus pedidos son por encargos y a partir de las hierbas han hecho jarabes, esencias, cremas y ahora, vitaminas con plantas. Así las ventas hayan superado el año, esas empresas no quieren establecer un contrato con el puesto ‘Hierbas La Mona’. Papel que la involucraría y obligaría a los laboratorios a reconocer a Yaneth Porras por ser base para la realización de la investigación. Por fortuna para los laboratorios, basta comprobar lo seguro y eficaz que es el producto a base de una hierba para poderlo adentrar al mercado, sin necesidad de ser autorizado por los propietarios intelectuales.

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Los yerbateros no pueden estar limitados a vender y responder preguntas. Desde sus conocimientos tienen la capacidad de participar en procesos de innovación, trabajar de la mano de la industria de la fitomedicina y por este medio, lograr el reconocimiento de los antepasados. Reconocer que la medicina natural se posicionó en Colombia porque los yerbateros desde su oficio han permitido que se conserve.

Puede que ahora ninguna de las hierbas de nuestros suelos sean protegidas legalmente, pero si hay plantas aprobadas por la tradición, la creencia y el respeto por lo ancestral, por eso, desde el recuerdo pueden seguir trascendiendo esos conocimientos y prácticas de los yerbateros de la Plaza Samper Mendoza, personas que desde su humanidad y experiencia con lo natural, permiten que haya una creencia en torno a un tallo, unas hojas o una flor.

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